Para mi, la peor tarea del mundo

Para mi, la peor tarea del mundo

De todas las tareas y situaciones a las que se tiene que enfrenar una psicólogo, sin duda alguna una de las más difíciles es la de dar malas noticias.

 

Noticias de accidentes, de fallecimientos, de atentados o de crímenes, son algunas de las situaciones por las que los psicólogos pertenecientes a las comisiones de Intervención en catástrofes, y los que no, tenemos que pasar. A pesar de la dureza, ellos han sido formados, entrenados y preparados para llevar a cabo esta labor. Pero ¿que ocurre cuando no eres un psicólogo? o ¿no estas preparado para ello, o no sabes cómo, ni cuando, ni quieres?.

Que difícil puedes ser explicar lo inexplicable, que hay personas que matan a otras por unas razones que no comprendemos o no compartimos, o simplemente no queremos entender ni compartir. Llevo casi 18 años dedicando gran parte de mi tiempo como profesional a la psicología clínica, a acompañar y tratar a personas que sufren, personas con heridas del pasado o del presente, personas que quieren una vida mejor y que luchan en mayor o menor medida por conseguir lo que quieren para ellos, sus familiares y amigos. Y que difícil es encajar, así de sopetón que hay otros que no piensan así y que para conseguir lo que quieren no les importa llevarse por delante vidas de hombres, mujeres y niños. Y me da igual que sea en París, en Madrid, Nueva York, Siria, El Líbano o en tantos otros lugares del mundo donde han ocurrido atrocidades. ¡Con lo difícil, costoso y doloroso que es conseguir ayudar a una persona a que cierre sus heridas del corazón! y hay otros que se empeñan en crear cada vez más sufrimiento. Definitivamente no todo el mundo es bueno, hijo.

A raíz de los atentados en Paris muchas personas se han hecho la pregunta de ¿cómo se lo contamos a los niños?, ¿qué les contamos?, ¿quiero yo contárselo?, ¿tendré respuestas para todas sus preguntas?. Hace unos días leí un estupendo artículo de varios de los psicólogos que conforman la Comisión de Intervención en catástrofes del Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias, en él explicaban de una forma dulce, poética y realista como dar este tipo de noticias a los niños, decían cosas así:

“¿Qué crees que ha pasado?”, cuéntame lo que sabes, lo que ves, lo que percibes, cuéntame que te escucho, que te ayudo, que te explico.”

Es importante que los niños formen parte de los rituales ante un fallecimiento y que conozcan de la mano y la voz de sus personas de referencia lo que ocurre en el mundo, eso sí no les vamos a explicar más de lo que quieren saber o de lo que podrán comprender. Tendremos que tener muy en cuenta que el concepto de muerte es diferente según la edad, es un concepto que se va construyendo a la par que el desarrollo cognitivo de los niños.

Hasta aproximadamente los 7-8 años no se construye el concepto de muerte que incluye la universalidad (todos nos vamos a morir), la irreversibilidad (si te mueres no vuelves) y el de inevitabilidad.

Para ello les vamos a preguntar por lo que saben, por lo que creen que ha ocurrido y les vamos a escuchar y a no juzgar, a respetar sus reacciones ante lo ocurrido y a romper con nuestras expectativas de lo que creemos que deben hacer o cómo queremos que reaccionen. Ante sus preguntas debemos ser honestos y consecuentes con nuestras respuestas.

Si no sabes que decir, admítelo, pero nunca le engañes.

Es de suma importancia permitirles expresar sus sentimientos y emociones con lo ocurrido, sin coartarles, sin dirigirles y sin utilizar eso de: “tienes que …” o “ debes de …”. Respeta su “tempo” y estate ahí para acompañar y apoyar, no para empujar o dirigir. Cuida su autoestima y comparte con ellos como te sientes tú, pero recuerda que es importante ser claro, directo y sincero, no te acomodes en frases como “me siento mal”. ¿Y que es mal?…, mal son muchas cosas a la vez y ninguna. Haz un esfuerzo, te vendrá bien a  ti también.

dedos sonrisa

 

Recuerda, son niños, pero no son tontos.

Espero haberte dado luz, un abrazo.